lunes, 29 de septiembre de 2008

LGE y debate educacional

LGE y debate educacional
Felipe Bettancourt, Presidente de FEUC y Claudio Alvarado, Secretario general de FEUC / La Nación

LA COMISIÓN DE Educación del Senado postergará hasta noviembre la votación del proyecto de Ley General de Educación (LGE, Boletín 4970-04). Si esto permite a la cámara alta, además de escuchar a nuevos expositores, analizar de una forma cuidadosa y responsable las observaciones que sobre la LGE hemos realizado diversos representantes del mundo estudiantil y educacional, entonces la noticia resulta positiva.

Quienes hemos expuesto ante la comisión de senadores señalamos que tanto el debate educacional como la LGE presentan defectos muy preocupantes. En la discusión se han resaltado de modo negativo la ideologización y la desinformación mostrada por muchos "actores sociales". Un claro ejemplo: durante un año y medio se discutió casi en exclusiva acerca del lucro y la selección, siendo que ninguno de estos temas se vincula directamente con las causas de la crisis de la educación.

Pero, además, en varias ocasiones el debate se ha tornado agresivo. En este sentido, es sencillamente inaceptable que algunos protagonistas de la discusión pública educacional -los mismos que suelen invocar el respeto y la tolerancia- hayan defendido agresiones contra ministros de Estado.

En cuanto a la LGE, éste presenta ciertas mejoras ante su versión original (de abril de 2007): (i) reconoce -al menos de manera formal- que son principios del sistema educativo la libertad de enseñanza, la autonomía de los colegios y la diversidad de proyectos educativos; (ii) contiene diversas alusiones relativas al respeto del proyecto o reglamento interno del colegio; (iii) entiende la calidad en función de los estándares de aprendizaje; (iv) contempla mayores exigencias para los sostenedores educacionales; (v) permite a los profesionales hacer clases en disciplinas afines a las suyas, cumpliendo claro está, ciertos requisitos.

Sin perjuicio de esto, la actual LGE presenta también múltiples vacíos y problemas que opacan los avances antes mencionados. En primer lugar, no permite ni asegura la educación de calidad que se ha prometido. No sólo porque una ley no soluciona de forma automática las cosas, sino porque la LGE no ataca ni el bajo e insuficiente monto de la subvención escolar por cada niño, ni tampoco las rigideces del estatuto docente. La solución de estos problemas representa una condición necesaria para mejorar la calidad de la educación chilena. Alguien podría decir que no es propio de una Ley General de Educación abordar dichos problemas, pero mientras ellos no se solucionen resulta imposible dar el salto en la calidad que se ha prometido.

La LGE establece un sistema educacional que ignora a la sociedad civil. No sólo no promueve una sana diversidad de proyectos educativos, sino que, en la práctica, dificulta la existencia de éstos. ¿Por qué? (i) más allá de ciertas declaraciones, no establece mecanismos de promoción y apoyo a la familia, que siempre será la primera y principal educadora -la realidad siempre se impone-; (ii) los estándares de aprendizaje son definidos uniforme y centralmente; (iii) sólo permite 30% de tiempo de libre disposición a cada colegio para desarrollar su propio proyecto educativo; (iv) no incentiva ni el aporte de las personas particulares ni la diversidad de proyectos en educación. ¿Acaso no ganaría el país si se promoviera que muchas personas ofrecieran una diversidad de proyectos educativos de calidad en sectores de extrema pobreza?

En la práctica, se mantiene el esquema seguido durante los últimos años: son mínimas las posibilidades de los colegios para desarrollar sus proyectos, porque sólo se admiten los que cumplan con los objetivos generales de las bases curriculares establecidas por el Mineduc -los nuevos Contenidos "Mínimos" Obligatorios, que durante los últimos años han sido absolutamente extensos e inabarcables-. ¿De qué libertad educacional estamos hablando?

Estos y tantos otros son los temas que debe analizar el Senado. Su desafío es muy grande. Como FEUC hemos intentado contribuir a su tarea de forma seria y propositiva, porque los estudiantes, desde nuestro rol, tenemos mucho que decir y mucho que aportar. Es de esperar que el Senado sea capaz de identificar y erradicar las consignas ideológicas que nos apartan de las medidas que necesita la educación chilena. Ello permitiría corregir los múltiples defectos que han presentado tanto la LGE como la discusión pública educacional.

Fuente: La Nación, 29 septiembre 2008

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